Seguro, contundente y sin dejar ningún resquicio para la especulación. Puchol II ya es el nuevo rey de la escalera y cuerda.
Y a pesar de que la partida disputada nuevamente al trinquete Pelayo de Valencia deja imágenes antológicas, emoción al máximo y un intercambio de golpes de más de dos horas de duración, el niño de Vinalesa, el hijo del mítico Puchol, derrota Soro III por 60-50 y se convierte en el nuevo campeón individual.
Inicia, de esta manera, un camino que hace todo el aspecto de ser largo, indiscutible y destinado a las hazañas más grandes. Porque sí. Porque hoy por hoy, Puchol II es el pelotari por excelencia, un hombre bragado, elegante y envuelto, al menos, por un juego clásico y de manual que regala golpes que entusiasman a los aficionados, tanto a los que le siguen trinquete en trinquete como a los que lo ven ocasionalmente en las partidas de altos vuelos. Sólo un detalle: con veinte y cinco años es, junto con Álvaro de Faura, el pelotari más joven de la historia en convertirse en número uno. En plenitud y con toda la carrera por delante.
No decepciona, por tanto, este chico, no, ni mucho menos. Y visto el juego desarrollado en la partida más grande de cuantas se pueden jugar en un trinquete, no hay duda de que el balón lo ha erigido ya como símbolo de un deporte popular que necesita de referentes capaces de arrastrar gente joven y capaces también de transformar un juego que no pasa, hoy, por sus mejores momentos.
El futuro está en sus manos, literalmente hablando. Y ya para empezar, Puchol II puede decir que ha vencido a un pelotari fortísimo, el mejor del último lustro, Soro III, todo un caballero que con treinta y dos años afronta ahora un nuevo camino donde puede, y debe, dar todavía mucha guerra, no en vano es un jugador con solera y con mucho oficio, honesto y bien preparado físicamente. Tocado, en definitiva, para la varilla de los grandes campeones. Los próximos años dirán ... Pero una cosa es clara. Y hay que decir: el empuje y la bravura de Soro III tienen capacidad de sobra para revivir, codillos de hierro de un jugador sólido que, sin duda, demostrará que del mismo modo que ha perdido una final puede volver a ganar otra.
Y sobre la final, ¿qué más decirse que no se haya dicho ya por los círculos periodísticos que rodean este tipo de envites. Puchol II administra magníficamente la ventaja inicial de cuatro juegos (15-35) y no se deja superar en ningún momento por el ánimo y el coraje de Soro III, que lo intenta, de verdad que sí, pero en ningún momento se pone por delante. Ni una chispa de duda en el resto Vinalesa, que debe tener grabada la final que perdió el año pasado en el último suspiro.
La clave, al final, reside en el dado pintado que Puchol II dibuja constantemente buscando el pocillo de Pelayo y la izquierda de su oponente. Y así, con una precisión milimétrica hace un quince detrás de otro, desmontando toda embestida del toro diestro de Massamagrell, un ejemplo de resistencia a pesar de las dificultades de levantar las pelotas muelles y medio muertas que le llegan a la pared del rest. Resultado final: 60-50. Nuevo campeón y traspaso de poderes. Muy deberán trabajar a partir de ahora las nuevas hornadas de pilotaires para destronar Puchol II.
La final deja, al mismo tiempo, detalles al margen del juego. Se trata de la partida del año, la final del trofeo Presidente de la Generalidad. Pero al contrario que la edición anterior, donde Ximo Puig sede en la escala acompañado del consejero Vicente Marzá, este año la principal autoridad política del País Valenciano no se deja ver ni siquiera por la llotgeta de arriba. Una baja inexcusable que suplen, de nuevo, el mismo consejero de Educación y Deportes y el presidente de las Cortes, Enric Morera, que hubiera asistido igualmente dada su condición de aficionado a la pelota.
Como dato a remarcar queda también la sustitución del trofeo de campeón. Sin entrar a valorar la belleza del nuevo galardón, alguien debería explicar por qué el campeón ya no recibe las magníficas manos del escultor de Alcudia, Manolo Boix. Simplemente es un detalle, pero confirma el hecho de que en el mundo de la pelota pasan cosas que nadie explica, simplemente pasan. Y punto. Sin embargo, la imagen se debería cuidar un poco más. No es aceptable, por lo mismo, que los hirientes no luzcan camiseta nueva para la ocasión, la misma que los jugadores, por eso; como tampoco que una parte significativa de la prensa digital esté colocada en el "gallinero" de Pelayo, en palabras de los propios encargados de la instalación.
O que se continúe fumando libremente, todo sea dicho de paso. Ay! Tampoco es esperanzador que el flamante trinquete de la ciudad de la pelota de Moncada, de mayor capacidad, no se abra en un día tan señalado. Y evidentemente, ya para finalizar, tampoco es de recibo que el día de la partida del año, si el día más bonito y simbólico de la pelota, los valencianos siguen sin poder ver en una televisión pública un trinquete lleno de a tope y en un ambiente de gala que horroriza todo aquel que se siente parte de este territorio, aunque sea por el orgullo de representar un pueblo despreciado y arrinconado en la periferia española. Con plena capacidad, sin embargo, de resurgir cuando se le da la oportunidad.